Angie Dickinson y Brian De Palma en un detrás de cámara de Dressed To Kill (1980). La historia se desarrolla en New York pero la famosa escena del museo se filmó en el Museo de Arte de Filadelfia.
La mente viaja de la mano del celuloide para escapar del agitado mundo moderno. Este camino es una delgada línea entre realidad y ficción, colmado de historias e imágenes que nos seducen y sumergen en el mundo del cine.
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